Conociendo a Oliver James by Erika Fiorucci

Conociendo a Oliver James by Erika Fiorucci

autor:Erika Fiorucci [Fiorucci, Erika]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico, Erótico
editor: ePubLibre
publicado: 2022-04-29T00:00:00+00:00


Capítulo 19

Sierra

Y nos dios tiempo para todo.

Cuando salimos del camarote esta mañana, bien avanzada la mañana debo aclarar, ya estábamos frente a una de las calas de Panarea y admito que levantarse con esa vista es de ese tipo de cosas que compra el dinero y representa felicidad instantánea, así como beberse un café en cubierta traído por Oliver cuando todavía el cansancio y el sueño tenían cautivas todas las sensaciones de mi cuerpo.

Tenía tiempo que mi cuerpo no acusaba este tipo de cansancio, ese que es físico, que te recuerda dónde está cada músculo, aunque no conozcas sus nombres porque nunca fui particularmente sobresaliente en biología; pero no es para nada como una visita al gimnasio y al ginecólogo el mismo día, sino que es un cansancio lleno de adrenalina donde el pensar volverlo a hacer todo otra vez no levanta protesta alguna ni en tu cuerpo ni en tu mente.

Y que quede claro que no estoy hablando solo de pasar la noche follando como una veinteañera con un sujeto que sabe perfectamente lo que hace, inciso aquí para recordarme que las primeras impresiones pueden engañar; sino también de todas las actividades al aire libre, el estar en un velero recorriendo el golfo siciliano, en contacto directo con el agua del mar, respirando el olor a salitre que tienen las pequeñas callecitas de la isla, siempre en pendiente y llenas de piedras.

Es que voy a terminar con unas piernas de acero.

Después de nadar como sirena en la cala, pasear por Panarea, almorzar a mitad de la tarde en un restaurante exclusivo con unas vistas de muerte y terminar el día bebiendo algo en un club de moda, cuando me bajo del bote que nos lleva de regreso al velero, cuando mis dos pies están sobre esa superficie que bambolea pero que al mismo tiempo se siente tan sólida como la realidad nebulosa de un sueño, quiero bailar y reírme a carcajadas.

Oliver parece captar mi estado de ánimo y al momento en que el bote se aleja, la tripulación desaparece y quedamos en cubierta, cosa que toma menos de cinco minutos porque ya dije que esta gente es medio ninja, me toma entre sus brazos y nos mecemos, bailando al ritmo de las olas del mar Tirreno. Luego me besa y a pesar de que su beso no es desesperado sí lleva cierto sabor a urgencia, acrecentado por la forma en que sus manos me aprietan la cintura.

Yo también quiero besarlo así, a mí también me hace falta, me ha hecho falta a lo largo del día.

Aunque nos divertimos muchos hoy en Panarea, tanto como ayer en Salina, y que no somos adolescentes cachondos que tienen que estar manoseándose todo el día, este beso ha hecho falta en más de una oportunidad. Hay un acuerdo tácito entre ambos: cuando estamos en algún sitio público ni nos tocamos, vamos como conocidos casuales, ni siquiera caminamos muy cerca o nos hablamos al oído. En el fondo siento que no es solo por



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